miércoles, 6 de febrero de 2013

La doctora Silvia (primera parte)

Había una vez, una doctora llamada Silvia.

Ella soñaba con hacer algun medicamento, pero solo se los recetaban.

Un día, se dijo para si:

¿Por qué no le preguntó a mi jefa, Sonia, si me deja hacer algún jarabe o medicamento?

Y, así lo hizo.

Su jefa, Sonia, vivía en el pueblo de la montaña.

Así que debía encaminarse hacia allí lo antes posible.

Cruzó tormentas de nieve, agua y granizo.

También tuvo que acampar en el bosque Tenebroso.

Un día, llegó a su destino, pero, en cuanto a...... ¿donde vivía su jefa?, no
tenía ni la más miníma idea.

A si que fué preguntando a los vecinos donde vivía su jefa.

Al fin, uno respondio:

—Si, lo sé. Vive al lado de la fuente.

Y se fue a allí.

Se la encontró saliendo de casa.

— ¡Ay! Perdón, lo siento mucho....

— ¡
Oh, no es nada!repondió

—¿Te quería preguntar una "cositina", puedo hacer un medicamento?

—¡Claro que si, iba a salir para decirtelo!

Se fueron las dos a la farmacia, y, cuando se fue Sonia dijo:

— A ver, ahora mismito voy a hacer un jarabe de chocolate.

...continuará...

lunes, 4 de febrero de 2013

El helado fantasioso

Había una vez, un helado de dos bolas llamado Alicia.

El, vivía en la heladería del parque San Francisco.

Sus dos bolas eran de chocolate y de nata.

Un día un cliente preguntó:

—¿Me podría poner, un helado de dos bolas, de nata y chocolate, por favor?

El heladito pensaba que no lo eligirían a él, pero se equivocaba. Se dijo para si:

—Me fugaré de aquí, si no hay mas remedio...

Se fugó.

Se fue a la Antártida, pero se congeló como un cubito de hielo.

Se fue a Londres, donde se estaba mejor.

Se construyó una casita en un vertedero.

Pero, se imaginaba que estaba con unos caimanes.

—Hay madre, estoy aquí "solín", sin nadie ni nada que me proteja, sin refuerzos y....

Vinieron a recoger el vertedero, y, se llevaron al heladito, mientras este decía:

—Nunca me pillarán, ja, ja, ja....

Nunca más se ha vuelto a ver al heladito. Dicen que esta muy feliz, con todas sus imaginaciones.

domingo, 3 de febrero de 2013

Los viajes del chocolate


Había una vez, una tableta de chocolate llamada Julia.

Vivía en la despensa de la calle Clavel.

A ella, en realidad, no le gustaría que le comieran. Prefería irse de aventuras.

Y, así lo hizo.

Se alejó de puntillas o, en su idioma, de "chocotlillas".

Dicen que se fue a Chocolandia, pero no, no fue así.

Se fue a Londres, pero no le gustó.

Se fue a China, pero no entendía ni jota.

También fue a Rio de Janeiro, pero, con tal alboroto, le dio un miedo terrible.

Hasta que, también se fue al Polo Norte y Sur, pero no enconraba hogar.

Cada vez estaba mas "depre".

Un día se le ocurrió una idea. Era irse al desierto del Ráthara, donde, ningún turista aguantaba aquel calor, entonces, se tenían que ir.

La tabletilla Julia, estuvo allí año y medio, o sea un año y 6 meses. Pero, un dia notó que le caía chocolate, y que era cada vez más bajita.

Antes, veía un cactus cada mañana por su ventana, y ahora sólo veía su pared. Que raro ¿eh?

Un día, notó que se hacia líquido, pero se fue pitando de allí y se regeneró.

Y nunca más volvió a escaparse de su casa, la despensa de la calle Clavel.

La fruta que tenia un don



Había una vez, una fruta normal y moliente, una ciruela, como todas las demás. Se llamaba Daniela. Un día, la iban a comer unos humanos para la merienda pero dijo:

—Me voy a escapar, no quiero que me coman.

Sacó sus patitas y echó a correr. Su amiga, la naranja, la intentó detener:

—¡Espera, no te vayas, a todas nos van a comer, ¿que tal si lo hacemos juntas?!


La fruta le hizo una pedorreta y le dijo:

—Nada de eso. A mi no me van a comer, adiós frutas.
 
Daniela se va a México
Daniela se va a México
Y se marchó. No se sabe a donde se fue. Se dice que se fue a Mexico, donde no volvió.

Ella sí estaba en Mexico y la aceptaron para trucos de magia. Su jefe le preguntó:

—¿Sabes hacer alguna cosa magica como, no se, hacer malabares, convertirte en conejo o....?

Ella le dijo a su jefe:

—Si se, —dijo— es coger a un niño, ponerlo en esta caja, con una sierra, cortarlo a la mitad y, cuando no se den cuenta, el niño se va y desaparece su amigo. ¿Que le parece?

—Perfecto. Que no falle, ¿he...?

—¡Claro, jefe!

Al dia siguiente, acudió un montón de gente, señoras, caballeros y niños, con tal alboroto cuando le tocó el turno a la ciruelita.


—¡Señoras y señores, niños y niñas, ahora, necesito un voluntario, ¿quien se atreve?!

Todo el mundo dijo:

—A mi, a mi — ó

—Yo, yo, por favor.

Eligió a Veronica, la hija del panadero.

—Por favor, Veronica, tumbate aqui, aqui.

—¿Que me van a hacer?


La ciruela Daniela, no le habia oído. Vero se tumbó y con una sierra, la corto en dos partes.

—¡Ay! —, se oyó.


Cuando estuvieron distraídos, Veronica se fue tras el telón, mientras los otros respiraban rapidamente.

Luego, cuando volvió Veronica, todos aplaudieron.