jueves, 24 de enero de 2013

El hilo mágico

 El cuento de la historia de Mónica


Había una vez, una chica llamada Mónica.

Mónica trabajaba como costurera en una tienda de ropa llamada Stik.

Nadie lo sabía, pero tenía un secreto, uno grande, grande, más bien, muy grande.

Os contare lo que sucedía. Era que, para coser, tenía un hilo mágico que cuando decía:

     —¡Verde, vestido! ¡Roja, camiseta!— se hacía el vestido ó camiseta.

Ella, en realidad, no sabía ni jota de coser. O sea, no sabía.

Su jefa, que era muy dura, le obligaba a hacer las peores cosas, como: barrer, fregar, limpiar el polvo, hacer la comida....; y aparte tenía que salir a por la compra y mancharse de barro, o en un día esplendido de sol, si empezar a llover se mojaba y ella no tenía paraguas....

Su jefa se llamaba madame Carry y su tienda tenía muchísima fama entre todos los habitantes de su ciudad; que, a propósito, se llamaba ”House city” y estaba gobernada por su excelencia el rey Alfonso II.

Luego, a Mónica le encantaba el dulce, los caramelos, la tarta, las piruletas, el chocolate...., pero de eso no podía abusar mucho, pues comía al día una chuleta y agua.

Nada más, era muy poco, pero se había acostumbrado a ello.

Luego, no salía casi nunca, no tenía ahorros, casi ninguno y sus amigos eran: hilo, aguja y mesa.

Un día, en la plaza se celebró un concurso de hilar.

Las participantes eran: Leidi Cose y Melodi Run.

Las reglas consistían en:

ü       No tener aguja eléctrica

ü       No ser un robot y hacerlo cuando digan YA.

Mónica se presentó al concurso, pero sin el hilo mágico.

Cuando dijeron YA, ella se hizo una furia y, teje que te teje, ganó el concurso y la libertad.

miércoles, 23 de enero de 2013

De como la A se convirtió en "arroba"

El asombroso viaje de la letra A


Había una vez, una letra llamada la A que vivía en el país de las letras.

Sus mejores amigas eran las letras: E, I, O, y la U.

Su comida favorita era la sopa de letras con carne y su bebida favorita el batido de las letras vocales.

Le encantaba jugar, bailar y saltar. Le gustaban también las aventuras. Tanto le gustaban que un día fue a aventurarse a una de ellas.

Fue al bosque empinado donde recorrió lagos, ríos con pirañas, y se encontró hasta con una víbora. También recorrió un terreno que cuado lo pisabas salía del suelo un sonido extraño, muy extraño.

Tenía un viejo mapa de su abuelo Leonardo; el fanático de las aventuras.

Su mapa, como era viejo y polvoriento, con el viento se deshizo en seguida y no tuvo más remedio que acampar en el bosque.

—Me da miedo, mucho miedo acampar, y encima, en el bosque— dijo la letra A.

Y así estuvo quejándose toda la eterna noche, bueno lo que a ella le parecía.

Cuando el gallo cantó, ella se fue pitando del bosque y nunca más se fue de aventuras. Se quedó en casa hasta el resto de la eternidad, hasta que un día se convirtió en una letra fantasma, “la arroba”.

Cuando la dibujas, tiene más o menos este aspecto:@, es la que envías en los “e-mails”.

Así se invento la arroba gracias a la letra A.